martes, 5 de marzo de 2013

La falta de apoyo paterno durante la infancia está asociada con mayores índices de depresión y problemas de salud crónicos.


La falta de apoyo paterno durante la infancia está asociada con mayores índices de depresión y problemas de salud crónicos.


El estudio fue realizado por investigadores de las Universidades de Albany y Michigan y publicado en la revista Psychology and Aging. Los autores estudiaron 2.905 adultos de entre 25 y 74 años. Les preguntaron acerca de la disponibilidad emocional de sus padres durante su infancia, con preguntas como "¿Cuánto podía confiar en él o ella para hablarle de cosas que le estaban molestando?", o "¿Cuánto amor o afecto de dio?" También se evaluaron mediante cuestionarios la existencia de síntomas depresivos y enfermedades crónicas y el nivel de autoestima. Los resultados indicaron que la salud física y mental de los adultos se ve afectada no solo por factores psicosociales actuales sino también por factores psicosociales acaecidos en la infancia. Una falta de apoyo por parte de los padres durante la infancia estaba asociada a un mayor índice de síntomas depresivos y enfermedades crónicas (como hipertensión, artritis y problemas urinarios) en la edad adulta. Parece ser que el apoyo paterno en la infancia moldea la sensación de control personal, la autoestima y las relaciones familiares, lo cual, a su vez, afecta la salud física y mental en los adultos.

El rechazo social activa los centros del dolor del cerebro

Este estudio fue dirigido por Naomi I. Eisenberger, de la Universidad de California, y publicado en la revista Science. Según la autora, "hay algo en el rechazo de los demás que es percibido tan perjudicial para nuestra supervivencia como algo que puede dañarnos físicamente y nuestro cuerpo lo sabe automáticamente". Eisenberger y sus colaboradores crearon un juego de ordenador en el que los participantes en la investigación creían que jugaban con dos personas más. En algún momento, los otros jugadores excluían del juego a esta persona, de modo que parecía que estaba siendo rechazada por los demás y le impedían jugar. Esto ocasionaba una activación de la zona del cerebro que se activa también ante el dolor físico. La tendencia a experimentar el rechazo como un dolor agudo puede haberse desarrollado en los humanos como un mecanismo defensivo de la especie, afirma Eisenberger. "Debido a que tenemos una infancia larga y necesitamos que nos cuiden, es muy importante que permanezcamos cerca del grupo social. De lo contrario, no vamos a sobrevivir. La hipótesis es que el sistema de apego social que hace que no nos separemos del grupo, se asienta sobre el centro del dolor para asegurar la supervivencia de la especie". Del mismo modo que un niño aprende a evitar el fuego al quemarse, las personas pueden aprender a permanecer unidas porque el rechazo provoca malestar en el centro del dolor, explica Eisenberger.

Tras un intento de suicidio, el peligro de volver a intentarlo permanece durante años

Las personas que intentan suicidarse corren un mayor riesgo de quitarse la vida años después. Este estudio fue realizado en un grupo de 100 personas en Helsinki, Finlandia, que habían intentado quitarse la vida utilizando veneno en 1963. La investigación extendió durante 37 años. Cerca de dos tercios de estas personas se habían suicidado 15 años después de primer intento. Al final del periodo de estudio, 54 personas se habían suicidado. Los resultados de esta investigación aparecen publicados en la revista Journal of Psychology.

Uno de cada cinco hombres tiene "cerebro de mujer"

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge, 1 de cada 5 hombres tiene un cerebro femenino y una de cada 10 mujeres tiene cerebro masculino. Simon Baron-Cohen, director del estudio, afirma que no todos los hombres tienen el típico cerebro masculino que se centra en ser bueno en matemáticas, lectura de mapas y realización de listas, por ejemplo, y no todas las mujeres tienen un cerebro femenino centrado en la empatía, el deseo de charlar y la capacidad para consolar a la gente. En la investigación se le pidió a un grupo de 278 personas de ambos sexos que completaran un cuestionario designado para medir su capacidad de empatía hacia otros y su habilidad para entender y analizar sistemas. Encontraron que el 14 % de las mujeres y el 17 % de los hombres puntuaron más alto en las pruebas en que el sexo opuesto puntuaba más alto. Así mismo, un 33% de las personas tenían un cerebro equilibrado, mostrando características de ambos sexos.

FUENTE: cepvi.com

Grupo Profesional de Licenciados/as en Psicología y Especialistas en Psiquiatría.

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